jueves, 20 de febrero de 2014

La Tarde Perfecta de JOSÉ TOMÁS

Apenas suelto el escrito, aún con el pulso acelerado presente en el sutil temblor de mis manos, trato con mucha humildad de plasmar en estas líneas la belleza y el ardor con el que el autor de “La tarde perfecta de José Tomás” nos relata no solo <decir solo sé que es un atrevimiento lamentable> esa tarde sino el pleito para la misma, el preámbulo de toda una vida.
Simón Casas, Bernard Domb… Un tira y afloja entre ambos que desnuda al genio y a la persona, al miserable y al dichoso <que sería de la dicha sin la miseria>, al calculador y al desprevenido y nos transporta a un mundo bucólico-épico en el que la vida no es más que el prólogo de la muerte y la gloria no es solo para los muertos.

Dulces lágrimas… más que saladas recorren la silueta de mi rostro. En ellas el reflejo  de la agonía que separa la inquietud del sosiego, la pausa del tormento, el anonimato y el silencio de la notoriedad de los que necesitan que se les escuche o los otros, los que pasaran a ser consagrados. Esa decisión que determina nuestras vidas, nuestro existir y que por otro lado, es una decisión que no sabes en que momento tomaste, si la tomaste tu o fuiste el elegido, pero que como sea, marcará los pasos de tu vida, generará discordia entre tú y contigo mismo y te situará inevitablemente entre los unos, los otros o los “inalcanzables”. Sus memorias.

"Si, eramos miserables, pero la juventud solo necesita la fortuna de los impulsos"

En esa tesitura se mueve el relato dividido en tres actos, como en una obra de teatro o como el autor dice "los tres tiempos de un pase o las tres fases de una vida". Durante toda la obra hay latente cierta nostalgia y mucha sensibilidad lo que nos hace conectar con el autor y ponernos en su piel por unos instantes. Un testimonio que difícilmente deja indiferente a nadie y que por unos segundos transporta al lector a la catarsis vivida el 16 de septiembre de 2012 en el coliseo romano de Nimes. Con esta frase que da comienzo al relato les dejo con la miel en los labios...

Para mí, la corrida perfecta empezó hace casi medio siglo en un café literario madrileño, el café Gijón...


Prólogo de Andrés Calamaro.


SIMÓN CASAS -  Nimes 1947
Hijo de madre turca sefardita y    
padre judío polaco, es uno de los
empresarios taurinos más
importantes del mundo.         
Director de las plazas de Madrid, 
Nimes o Valencia entre otras, 
vive la tauromaquia con pasión y 
romanticismo desde que con ochos
años se propuso abandonar Nimes 
para viajar a España y convertirse en torero.     

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